miércoles, julio 09, 2014

El Lobo que incubó un Huevo (SC) - Prólogo

-HeeChul, es hora de que encuentres a un compañero. —La madre de HeeChul tomó una profunda inhalación de su largo cigarrillo y exhaló el humo.—Tienes la edad perfecta para eso.

HeeChul reprimió una mueca. No sabía cómo su madre había conseguido que incluso fumar pareciera elegante, pero lo hizo. HeeChul no era un patito feo, pero no tenía la gracia sin esfuerzo de la que ella se jactaba. Por otra parte, HeeChul no era muchas otras cosas, y sus padres nunca dejaban de señalárselo. Su padre asintió ante sus palabras. Como para confirmar los pensamientos de HeeChul, agregó.

—Tu madre tiene razón. No es normal que mantengas este estilo de vida. HanGeng se preocupa por ti. Deberías pensar en establecerte.

HeeChul mentalmente gimió. HanGeng había sido un error con una E mayúscula. HeeChul aún no podía recuperarse de su propia estupidez por dar su virginidad al hombre. Había confiado en HanGeng, creyendo que era un buen hombre, el compañero perfecto que había estado buscando. Pero había estado tan equivocado, y HanGeng se lo había demostrado tratando de controlar todos sus movimientos, prohibiéndole ver a su familia, e incluso golpeándolo. HeeChul finalmente había logrado escaparse de HanGeng, pero por desgracia, nunca se había atrevido a decirles a sus padres sobre el abuso del hombre. Estaba demasiado avergonzado. Ahora, sus padres querían casarlo con el terrible hombre. Irónicamente, no tenían problema con que HeeChul fuera gay.

Con los cisnes, no era tan inusual que dos hombres se emparejaran, y eso había sido muy favorable para él, incluso si no estaba encantado con eso. Su continua negativa de rechazar a todos los solteros disponibles que habían elegido para él los había trastornado, y habían quedado satisfechos cuando HeeChul parecía haberse conformado con HanGeng. HeeChul no tenía corazón para decirles la verdad sobre lo que realmente sucedió.

—Miren, Madre, Padre, agradezco su preocupación, pero HanGeng y yo no somos tan cercanos como piensan.

Su madre apagó el cigarrillo en un cenicero de cristal y suspiró.

—Simplemente no puedo entenderte, HeeChul. ¿Por qué es tan difícil sentar cabeza?

A HeeChul le hubiera gustado saber eso también. Veía muchos cisnes de su edad acoplados todos los días, y no podía entender por qué él era diferente. ¿Por qué no había encontrado a su compañero del alma? ¿Le pasaba algo o qué? ¿Había tenido razón HanGeng en tratarlo a patadas? No, eso no podía ser. Dios, necesitaba un descanso, para no pensar en esto.

—Sólo tengo que encontrar al hombre adecuado, —dijo a su madre. Sabiendo que no la satisfacería, HeeChul añadió:— Gracias por tu consejo. Tengo que marcharme durante media hora.

Sus padres no protestaron, pero HeeChul sabía que no lo harían. Después de estrechar la mano de su padre y de su madre dándoles un breve beso, HeeChul se dirigió a su habitación. Se quitó la ropa y la abandonó en la cama. Por fin, salió a la calle, al balcón, cambió en su forma de cisne, y se lanzó al aire.

El cielo estaba despejado y soleado, cuando las alas de HeeChul lo llevaban sobre el valle que lo había albergado a él y a sus antepasados desde tiempos inmemoriales.

HeeChul volaba, simplemente perdiéndose en la sensación y los movimientos que se acercaban a él tan naturales como respirar. La música del viento lo tranquilizó, haciéndolo sentirse mucho mejor sobre el fiasco de su vulgar vida.

Pero su descanso se desvaneció en un instante cuando sintió otro cisne acercarse. Por unos momentos, HeeChul consideró continuar su vuelo, pero decidió no hacerlo. Su oasis de relajación ya no existía, de todos modos.

Interiormente suspirando, HeeChul aterrizó y cambió de nuevo a su forma de piernas. Miró por encima del hermoso estanque y aspiró el olor del bosque y del agua. Como la mayoría de aves cambia-formas, los cisnes no tenían un agudo sentido del olfato, pero a pesar de eso, todavía se sentía aliviado por lo que percibía. Tal vez le ayudaría a prepararse para lo que sería una conversación muy desagradable.

De hecho, momentos más tarde, otro cisne aterrizó junto a él y se transformó en HanGeng.

—Hola, HeeChul. Te ves muy bien.

HeeChul gruñó, por primera vez en su vida lamentando que los cambia-formas siempre terminaran desnudos cuando cambiaban de una forma a otra.

—¿Qué es lo que quieres, HanGeng?

—Tus padres dijeron que tienes intención de rechazarme, —dijo el otro.— HeeChul, no puedes hacer eso.

La irritación recorrió a HeeChul.

—¿Qué te hace pensar que tienes el derecho a decirme qué hacer?

HanGeng le ofreció lo que probablemente se suponía que fuera una sonrisa seductora.

—Todas esas maravillosas noches que pasamos juntos. — Sonrió mientras entraba en el espacio personal de HeeChul.— No puedo dejar de pensar en eso, en cómo te movías, cómo te sentías alrededor de mi…

HeeChul se sintió un poco enfermo ahora, al recordar su tiempo al lado de HanGeng. Irónicamente, incluso había disfrutado de los primeros encuentros. HanGeng era caliente, y no había comenzado a mostrar su verdadera cara hasta después que HeeChul había comenzado a unirse con él.

—Detente, HanGeng, sólo detente, —dijo antes de que el otro cisne pudiera continuar.— ¿Por lo menos te escuchas a ti mismo? El buen sexo no hace una relación. —Dio unos pasos hacia atrás, sintiéndose mejor sin HanGeng tan cerca.— No quieres que yo sea tu pareja, en realidad no.

La expresión agradable de HanGeng no cambió por un momento.

—Por supuesto que sí. HeeChul, te quiero. Somos perfectos el uno para el otro.

HeeChul puso los ojos en blanco a las palabras de HanGeng. Dudaba mucho de las palabras del otro hombre. Tal vez lashabía creído una vez, pero podía ver a HanGeng como el hombre cruel que era ahora, y no el ideal de pareja que HeeChul habíaquerido una vez que fuera.

—Lo siento, HanGeng, —contestó.— No estoy de acuerdo contigo.

Tenía la intención de poner fin a la conversación ahí. La siguiente pregunta de HanGeng lo detuvo en seco.

—Quieres una familia, ¿no? —dijo el otro hombre.

HeeChul apretó los dientes, odiando el golpe bajo. Por supuesto que quería una familia. No estaba tan fuera de contacto con sus raíces como algunas personas pensaban.

De hecho, quería una pareja e hijos más de lo que HanGeng podía imaginar. HeeChul estaba cansado de ser amable. Si HanGeng no podía captar la indirecta y dejarlo solo, HeeChul sólo tendría que decirlo abiertamente.

—Sí, así es, —contestó,— pero no contigo. Yo nunca, nunca sería tu pareja.

Sin más preámbulos, HeeChul cambió en su forma de cisne y otra vez tomó el vuelo. Más allá del valle, la carretera abierta se cernía. Un pensamiento pasó por la mente de HeeChul. Tal vez, todo este tiempo, había estado buscando en el lugar equivocado.

Tal vez su destino estaba lejos de los cisnes y con otro hombre, aún esperando a ser encontrado, viviendo con otros cambia-formas.

Detrás de él, oyó la risa de HanGeng.

—Vas a cambiar de opinión, HeeChul. Ya lo verás.



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