-HeeChul, es hora de que encuentres a un compañero. —La madre
de HeeChul tomó una profunda inhalación de su largo cigarrillo y exhaló el
humo.—Tienes la edad perfecta para eso.
HeeChul reprimió una mueca. No sabía cómo su madre había
conseguido que incluso fumar pareciera elegante, pero lo hizo. HeeChul no era
un patito feo, pero no tenía la gracia sin esfuerzo de la que ella se jactaba.
Por otra parte, HeeChul no era muchas otras cosas, y sus padres nunca dejaban
de señalárselo. Su padre asintió ante sus palabras. Como para confirmar los
pensamientos de HeeChul, agregó.
—Tu madre tiene razón. No es normal que mantengas este estilo
de vida. HanGeng se preocupa por ti. Deberías pensar en establecerte.
HeeChul mentalmente gimió. HanGeng había sido un error con
una E mayúscula. HeeChul aún no podía recuperarse de su propia estupidez por
dar su virginidad al hombre. Había confiado en HanGeng, creyendo que era un
buen hombre, el compañero perfecto que había estado buscando. Pero había estado tan equivocado, y HanGeng se lo había demostrado tratando de controlar todos
sus movimientos, prohibiéndole ver a su familia, e incluso golpeándolo. HeeChul
finalmente había logrado escaparse de HanGeng, pero por desgracia, nunca se
había atrevido a decirles a sus padres sobre el abuso del hombre. Estaba
demasiado avergonzado. Ahora, sus padres querían casarlo con el terrible
hombre. Irónicamente, no tenían problema con que HeeChul fuera gay.
Con los cisnes, no era tan inusual que dos hombres se
emparejaran, y eso había sido muy favorable para él, incluso si no estaba
encantado con eso. Su continua negativa de rechazar a todos los solteros
disponibles que habían elegido para él los había trastornado, y habían quedado
satisfechos cuando HeeChul parecía haberse conformado con HanGeng. HeeChul no
tenía corazón para decirles la verdad sobre lo que realmente sucedió.
—Miren, Madre, Padre, agradezco su preocupación, pero HanGeng
y yo no somos tan cercanos como piensan.
Su madre apagó el cigarrillo en un cenicero de cristal y
suspiró.
—Simplemente no puedo entenderte, HeeChul. ¿Por qué es tan
difícil sentar cabeza?
A HeeChul le hubiera gustado saber eso también. Veía muchos
cisnes de su edad acoplados todos los días, y no podía entender por qué él era
diferente. ¿Por qué no había encontrado a su compañero del alma? ¿Le pasaba
algo o qué? ¿Había tenido razón HanGeng en tratarlo a patadas? No, eso no podía
ser. Dios, necesitaba un descanso, para no pensar en esto.
—Sólo tengo que encontrar al hombre adecuado, —dijo a su
madre. Sabiendo que no la satisfacería, HeeChul añadió:— Gracias por tu
consejo. Tengo que marcharme durante media hora.
Sus padres no protestaron, pero HeeChul sabía que no lo
harían. Después de estrechar la mano de su padre y de su madre dándoles un
breve beso, HeeChul se dirigió a su habitación. Se quitó la ropa y la abandonó
en la cama. Por fin, salió a la calle, al balcón, cambió en su forma de cisne,
y se lanzó al aire.
El cielo estaba despejado y soleado, cuando las alas de HeeChul
lo llevaban sobre el valle que lo había albergado a él y a sus antepasados
desde tiempos inmemoriales.
HeeChul volaba, simplemente perdiéndose en la sensación y
los movimientos que se acercaban a él tan naturales como respirar. La música
del viento lo tranquilizó, haciéndolo sentirse mucho mejor sobre el fiasco de
su vulgar vida.
Pero su descanso se desvaneció en un instante cuando sintió
otro cisne acercarse. Por unos momentos, HeeChul consideró continuar su vuelo,
pero decidió no hacerlo. Su oasis de relajación ya no existía, de todos modos.
Interiormente suspirando, HeeChul aterrizó y cambió de nuevo
a su forma de piernas. Miró por encima del hermoso estanque y aspiró el olor
del bosque y del agua. Como la mayoría de aves cambia-formas, los cisnes no
tenían un agudo sentido del olfato, pero a pesar de eso, todavía se sentía
aliviado por lo que percibía. Tal vez le ayudaría a prepararse para lo que sería
una conversación muy desagradable.
De hecho, momentos más tarde, otro cisne aterrizó junto a él
y se transformó en HanGeng.
—Hola, HeeChul. Te ves muy bien.
HeeChul gruñó, por primera vez en su vida lamentando que los
cambia-formas siempre terminaran desnudos cuando cambiaban de una forma a otra.
—¿Qué es lo que quieres, HanGeng?
—Tus padres dijeron que tienes intención de rechazarme,
—dijo el otro.— HeeChul, no puedes hacer eso.
La irritación recorrió a HeeChul.
—¿Qué te hace pensar que tienes el derecho a decirme qué
hacer?
HanGeng le ofreció lo que probablemente se suponía que fuera
una sonrisa seductora.
—Todas esas maravillosas noches que pasamos juntos. — Sonrió
mientras entraba en el espacio personal de HeeChul.— No puedo dejar de pensar
en eso, en cómo te movías, cómo te sentías alrededor de mi…
HeeChul se sintió un poco enfermo ahora, al recordar su
tiempo al lado de HanGeng. Irónicamente, incluso había disfrutado de los
primeros encuentros. HanGeng era caliente, y no había comenzado a mostrar su
verdadera cara hasta después que HeeChul había comenzado a unirse con él.
—Detente, HanGeng, sólo detente, —dijo antes de que el otro
cisne pudiera continuar.— ¿Por lo menos te escuchas a ti mismo? El buen sexo no
hace una relación. —Dio unos pasos hacia atrás, sintiéndose mejor sin HanGeng
tan cerca.— No quieres que yo sea tu pareja, en realidad no.
La expresión agradable de HanGeng no cambió por un momento.
—Por supuesto que sí. HeeChul, te quiero. Somos perfectos el
uno para el otro.
HeeChul puso los ojos en blanco a las palabras de HanGeng.
Dudaba mucho de las palabras del otro hombre. Tal vez lashabía creído una vez,
pero podía ver a HanGeng como el hombre cruel que era ahora, y no el ideal de
pareja que HeeChul habíaquerido una vez que fuera.
—Lo siento, HanGeng, —contestó.— No estoy de acuerdo
contigo.
Tenía la intención de poner fin a la conversación ahí. La siguiente
pregunta de HanGeng lo detuvo en seco.
—Quieres una familia, ¿no? —dijo el otro hombre.
HeeChul apretó los dientes, odiando el golpe bajo. Por
supuesto que quería una familia. No estaba tan fuera de contacto con sus raíces
como algunas personas pensaban.
De hecho, quería una pareja e hijos más de lo que HanGeng
podía imaginar. HeeChul estaba cansado de ser amable. Si HanGeng no podía
captar la indirecta y dejarlo solo, HeeChul sólo tendría que decirlo
abiertamente.
—Sí, así es, —contestó,— pero no contigo. Yo nunca, nunca
sería tu pareja.
Sin más preámbulos, HeeChul cambió en su forma de cisne y
otra vez tomó el vuelo. Más allá del valle, la carretera abierta se cernía. Un
pensamiento pasó por la mente de HeeChul. Tal vez, todo este tiempo, había
estado buscando en el lugar equivocado.
Tal vez su destino estaba lejos de los cisnes y con otro
hombre, aún esperando a ser encontrado, viviendo con otros cambia-formas.
Detrás de él, oyó la risa de HanGeng.
—Vas a cambiar de opinión, HeeChul. Ya lo verás.
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